Es frecuente escuchar a
los padres decir que los niños de hoy en día no saben jugar, que
pasan demasiadas horas viendo la televisión o enganchados a
consolas, ordenadores, tabletas, móviles, etc.
Es frecuente oír a los
mayores decir que antes sí que disfrutábamos jugando en la calle
con otros niños, no como ocurre ahora.
Recuerdo entonces mi
infancia, como corríamos, saltábamos y reíamos, recuerdo con
nostalgia como nos entreteníamos con canicas, peonzas, cromos, con
simples chapas de los refrescos, con piedras o palos. Cualquier cosa
nos bastaba para dar rienda suelta a la imaginación, y para emular a
los personajes de las películas de los sábados por la tarde.
¿POR QUÉ NO JUEGAN LOS
NIÑOS A ESTOS MISMOS JUEGOS?
Esta pregunta seguro que
nos la hemos hecho muchas veces y creo que la respuesta está en otra
breve cuestión:
¿DÓNDE?
¿Dónde podemos hacer un
agujero para las canicas?, ¿Dónde lanzamos la peonza sin riesgo de
darle a algún viandante ni de ser arrollados por algún coche?,
¿dónde encontramos un descampado donde saltar, correr y subir a los
árboles cerca de casa?
Hoy las ciudades están
diseñadas para adultos, urbanizamos todo lo que encontramos a
nuestro paso y llenamos las calles de vehículos. Eso sí, dejamos
algunos pequeños espacios con columpios que llamamos “Parques
Infantiles” para que puedan jugar. Es algo parecido a lo que
hicieron con los apaches en América, pero allí les llamaron
“reservas”, pequeños reductos para tenerlos controlados y no
invadan nuestro territorio.
Ahora somos padres
“responsables”. Quizás demasiado responsables, quizás demasiado
protectores.
Hoy hemos llenado sus
habitaciones de juguetes, hasta el punto de que ya no les tengan
aprecio.
Tampoco parece que
tengamos mucho tiempo para dedicarles y nos es más cómodo dejarlos
frente a la televisión y los videos juegos.
A veces los llevamos a
los mejores colegios o a los más cercanos al lugar de trabajo o de
casa de los abuelos, y los apuntamos a todas las actividades
extraescolares posibles, aislándolos de las posibles amistades del
barrio.
Y después de todo esto
seguimos diciendo que los niños de hoy en día no saben jugar, que
antes si sabíamos disfrutar como niños.
¿Qué hubiésemos hecho
nosotros sin descampados, sin conocer al vecino y sin la libertad de
jugar en la calle?
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